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Mostrando entradas de 2012

Tras las huellas de los canteros medievales os desea una Feliz Navidad

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N avidad. Una palabra que suscita las más diversas emociones, pero que, por una de esas incomprensibles costumbres que terminan creando hábito, todos, o casi todos, nos dejamos llevar, anteponiendo el corazón; tirando la casa por la ventana; sintiéndonos desgraciados, por no haber atrapado a ese Gordo escurridizo que todos los años nos dá con la puerta en las narices; lamentándonos, acongojados, por esa interminable cuesta de enero, que posiblemente este año, más que nunca, se nos convierta en el peor de los puertos que hemos de superar. Sobre todo, cuando somos conscientes de nuestra situación, y humanamente nos preguntamos, con la angustia a flor de piel, qué nuevas desgracias y estrecheces nos deparará el Nuevo Año. E so no quita para que, siendo igualmente objetivo, sea fiel a mi costumbre. Sobre todo, porque me siento agradecido a todos aquellos que seguís este blog y aguantáis estóicamente las parrafadas con las que, con más o menos frecuencia, os bombardeo, en este afán

La magia de los canteros de Carranque

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C uando la noche se enciende , dice la canción que complementa el vídeo de la presente entrada. Una canción y un título, que recuerdan a esa Noche de la Historia, cerrada, sin luna, que apenas deja parpadear una breve luz, un destello, una linterna de los muertos por encima de la cúpula hexagonal de una iglesia perdida entre la bruma. Una noche eterna, la mayoría de cuyos sueños, permanecen aletargados en el mullido colchón de la tierra que, cual celosa maga Circe, mantiene bajo su inmortal sortilegio el espacio y también el tiempo. Un ciclo cósmico, una espiral, un laberinto, un eterno retorno que nos recuerda constantemente nuestra simple condición de viajeros. Una partida y un regreso en la escuela de la evolución. Carranque es esa noche sin luna, ese sueño y ese laberinto inmemorial, bajo cuyas piedras, uno no puede por menos que sollozar, recordando, con nostalgia, aquél viejo refrán que dice que cualquier tiempo pasado fue mejor. Situado en la provincia de Toledo, a apenas un

Nigra Sum: Nª Sª de los Canteros 2: la Soterraña

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A ún no encontrándose en su lugar original (1), la preciosa talla medieval que se aprecia al principio del primer vídeo, recuerda, en esencia, el verdadero origen del gran enigma que son las Vírgenes Negras: la caverna. Caverna, posteriormente sustituída por criptas cuando se levantaron los templos cristianos sobre los antiguos santuarios de veneración a la Gran Diosa Madre. Una de las pruebas más evidentes, y a la vez un ejemplo de notoria relevancia, lo tendríamos en la catedral de Chartres, auténtico foco energético, que se levantó sobre una antigua caverna, precisamente donde los celtas veneraban la figura de la denominada Virgine Pariturae - la Virgen que dará a Luz -, y en cuya construcción, se destruyó el bosque anexo que, consecuencia de su gran devoción por la Naturaleza, también era sagrado para este pueblo y sus sacerdotes, los míticos y sabios druidas. A ésta imagen de Chartres, se la conoce como Notre Dame de Souterre, Nª Sª de Bajo Tierra, o lo que es lo mismo, Soter

Nigra Sum: Nª Sª de los Canteros

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'He aquí que vengo conmovida por tus ruegos, ¡oh Lucio!. Sepas que yo soy madre y natura de todas las cosas, señora de todos los elementos, principio y generación de los siglos, la mayor de los dioses y reina de todos los difuntos, primera y única sola de todos los dioses y diosas del cielo, que dispenso con mi poder y mando las alturas resplandecientes del cielo, y las aguas saludables de la mar, y los secretos lloros del infierno. A mí, sola y una diosa, honra y sacrifica todo el mundo en muchas maneras de hombres. De aquí los troyanos que fueron los primeros que nacieron en el mundo, me llaman Pesinustica, madre de los dioses. De aquí, asimismo, los atenienses, naturales y allí nacidos, me llaman Minerva cecrópea, y también los de Chipre, que moran cerca de la mar, me nombran Venus Pafia. Los arqueros y sagitarios de Creta, Diana. Los sicilianos de tres lenguas me llaman Proserpina. Los eleusinos, la diosa Ceres antigua. Otros me llaman Juno, otros Bellona, otros Hecates,

Silos: Maestros, tumbas y símbolos lapidarios

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'Del mundo, pues, de la llamada "realidad" concreta o visible, al invisible mundo abstracto y superior del Símbolo, pasamos constantemtne, sin que de ello nos demos cuenta en todos los momentos de nuestra vida' (1) H ace tiempo que vengo preguntándome, por qué en los claustros de los grandes monasterios aparece, entre los diversos símbolos grabados desde el anonimato medieval en sus sillares, la cruz paté. He tenido ocasión de comprobarlo, en lugares tan dispares, complejos y alejados entre sí, como pueden ser el monasterio de Santa María la Real, en Aguilar de Campóo, Palencia; la concatedral de San Pedro, en Soria y este espectacular claustro del monasterio de Santo Domingo de Silos, en Burgos, dejando aparte -en este caso, por lo detallado de algunas de sus lápidas funerarias- el claustro de la iglesia cántabra de San Martín de Elines. J unto a este tipo de cruz, bastante corriente, por otra parte, pero también utilizada con harto frecuencia por órdenes m

La pervivencia del Símbolo: los romances mudos

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'...el simbolismo se nos muestra como un modo especialmente adaptado a las exigencias de la naturaleza humana, la cual no es simplemente intelectual, sino más bien muestra su necesidad de una base sensible para elevarse a esferas más altas'. (1) N o es un hecho casual, que los canteros medievales se sirvieran de los símbolos, no sólo para reconocerse entre ellos, tanto a nivel individual como a nivel gremial, sino también que los utilizaran como vehículo perfecto para transmitir un conocimiento que, en la mayoría de los casos y dada su naturaleza heterodoxa frente a los modelos de pensamiento establecidos por los poderes fácticos de la época -principalmente, la Iglesia- podrían suponer un duro castigo, y de hecho, también la muerte. P ero dejando aparte esta versión secreta, que también ha llegado hasta nosotros convenientemente camuflada en modelos aparentemente versados en los conceptos dualistas cristianos del Bien y del Mal, el pecado y la virtud, lo correcto y l

Cuevas, dólmenes, menhires, iglesias y catedrales: simplemente, una reflexión

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'La soledad de aquél templo me concede una extraña paz, y con el tiempo he llegado a entender que para encontrar la verdad de la historia es necesario buscar en las sombras'...(1). E l hombre siempre ha tenido alma de cantero; su subconsciente, quizá celoso de la mano creadora de la Divinidad, le ha empujado siempre, de alguna manera, a moldear ese gran abismo del que procede, buscando sin cesar esa Luz al final del Túnel. L as colinas, con su forma de cúpula, son aprovechadas no solo para contener castros o fortalezas, sino también para albergar túmulos funerarios, como una premonición natural de esas cúpulas románicas, exponentes, milenios más tarde, de belleza y complejidad técnica. L as catedrales, vástagos incondicionales de la magia gótica, abandonan las sombras del románico, para elevar sus agujas hacia el infinito. Pero en sus criptas, aún mantienen, celosamente protegidas, las eternas raíces que las unen a la tierra. Quizás no sea casual, que e

Los enigmas epigráficos del Monasterio de Carracedo

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C ualquier viajero que tome la autovía en dirección a La Coruña, se lo encuentra a su derecha, apenas dos kilómetros más adelante de Ponferrada, histórica ciudad donde, entre otros interesantes atractivos históricos, la Orden del Temple tuvo su principal encomienda en el Reino de León. La cúpula neo-clásica de su torre indica, aún en la distancia, la tumba silenciosa de un antiguo cenobio sacro, cuya historia se pierde en la noche de los tiempos: el Monasterio de Carracedo. Una historia incierta, desde luego, cuyas vicisitudes obligan a remontar el curso de nuestra mirada hacia los profundos abismos que marcaron el destino fatal del reino visigodo, sellando un largo y tortuoso periodo de sangre y dominación, que duraría, cuando menos, siete largos siglos. E n base a esto, podríamos situar los comienzos históricos del monasterio de Carracedo, por lo pronto, en esa terrible décima centuria, en la que destacó un personaje de infausto recuerdo, no sólo para los reinos cristianos, sin

Villanueva de Cangas: la Llave del Maestro del Monasterio de San Pedro

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U n monasterio, puede definirse como un conjunto simbólico monumental, donde todos y cada uno de los elementos que lo constituyen, responden a unos patrones concretos que determinan, tanto por separado como en conjunto, un mensaje fundamental, cuya trascendencia se ve directamente influenciada por el nivel de conocimiento y asimilación de la comunidad que habita en él. Los esquemas funcionales, en el fondo, suelen se iguales en todos, y responden a formas estructurales de índole universal. Tanto es así, por ejemplo, que en la zona donde se ubica el claustro, observaremos idéntica distribución e idéntica influencia simbólica añadida a cada una de sus galerías y sus correspondientes equivalencias cardinales. E n este monasterio cangués de San Pedro, esa funcionalidad se ha visto alterada, indudablemente, toda vez que en la actualidad se encuentra reconvertido en Parador Nacional; de tal manera que, independientemente de los cambios actuales, aún podemos hacernos una idea de que e

El placer de la especulación: marcas lapidarias del Monasterio de Moreruela

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'Estos signos han desafiado hasta el momento cualquier intento encaminado a descifrar su significado; lo más que poseemos sobre ellos son hipótesis, vagas teorías, suposiciones y presentimientos. Porque dichas marcas son, en un sentido amplio, la firma que los gremios de constructores pusieron a todas las obras realizadas por ellos según el arte sagrado transmitido mediante la tradición. Decir más es ejercitar el placer de la especulación...' (1). E l placer de la especulación. ¡Qué gran frase, Don Rafael, para definir ese abúlico estado de frustración que nos invade cuando los signos lapidarios medievales se cruzan en nuestro camino para hacernos una mueca burlona y decirnos con toda impunidad: descíframe si puedes !. Ya casi había olvidado este inestimable artículo que escribiste en 1992 para la revista Año Cero -como observarás, al trato de respeto inicial obligado al Maestro, le sigue el trato de confianza debido al amigo- si una inesperada muestra de grandeza y generosida

Coruña del Conde. graffitis de peregrino en la ermita del Cristo de San Sebastián

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'El mundo era para mí un secreto que deseaba desentrañar. Entre las primeras sensaciones de que tengo recuerdo, están la curiosidad, la investigación seria de las leyes ocultas de la naturaleza y un gozo rayano en el éxtasis cuando se me revelaban...' (1). U na vez recuperado de la impresión al observar un viejo reactor evolucionando junto a las melladas murallas del castillo, quien acude a la población burgalesa de Coruña del Conde y se detiene el tiempo suficiente para observar los detalles que hacen poco menos que única en su género a la ermita del Cristo de San Sebastián, no tarda mucho en experimentar la curiosa sensación de estar realizando, in situ, un genuino viaje en el tiempo. Un viaje, que comienza en esa cronología anterior a Cristo, teniendo como protagonista a un pueblo, refinado en teoría pero bárbaro en ansia de poder y conquista que, sojuzgando pueblo tras pueblo bajo el ímpetu arrollador de las águilas de sus legiones, fundaron una ciudad, Clunia, muy cerca d

Los graffiti crucíferos de Jaramillo Quemado

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'Paradójica en sus manifestaciones y desconcertante en sus signos, la Edad Media propone a la sagacidad de sus admiradores la resolución de un singular contrasentido. ¿Cómo conciliar lo inconciliable?. ¿Cómo armonizar el testimonio de los hechos históricos con el de las obras medievales?...(1) U no no puede evitar volverse aún más suspicaz que de costumbre cuando, por alguna de esas felices casualidades del destino -en las que, paradójicamente, no termino de creer- tiene la oportunidad de recorrer camino por una de las zonas más interesantes y mistéricas de ese solar idiosincrático que es la provincia de Burgos: la Sierra de la Demanda. Si bien sus diferentes administraciones territoriales, dejan generalmente un agradable sabor en el paladar -La Bureba, La Esgueva, La Ribera del Duero, Las Merindades...- la Sierra de la Demanda condiciona, y llegado el caso, subyuga. Historia y Leyenda se mezclan con una facilidad tan grande, que en ocasiones desarma el sentido de la objetividad, d