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Mostrando entradas de septiembre, 2013

El fascinante universo simbólico de Noya: Santa María a Nova

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'Viendo Yahveh que era grande la maldad del hombre sobre la tierra, y que todos los designios de su corazón eran siempre perversos, se arrepintió Yahveh de haber hecho al hombre en la tierra, se dolió en su corazón y dijo: "Voy a barrer de la faz de la tierra al hombre que he creado, desde el hombre hasta los animales domésticos, y hasta los reptiles, y las aves del cielo, pues me pesa de haberlos hecho". Pero Noé halló gracia a los ojos de Yahveh...'. [Génesis, 5, 6] 'Los hijos de Noé salidos del arca fueron Sem, Cam y Jafet. Cam es el padre de Canaán. Estos tres fueron los hijos de Noé y a partir de ellos se pobló toda la tierra...'. [Génesis, 8, 18] ¿ Comienza aquí la historia de Noya y buena parte de ese misterio ancestral, consignado en una insólita colección de laudas, que yacen abandonadas con desdén, en su gran mayoría, en el cementerio anexo a la iglesia de Santa María a Nova?. ¿Qué se oculta, en realidad, tras esa abismal Protohisto

Noya: el cementerio de los símbolos olvidados

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'Todavía recuerdo aquel amanecer en que mi padre me llevó por primera vez a visitar el Cementerio de los Libros Olvidados...' [Carlos Ruiz Zafón (1)]   D udo mucho que cuando Carlos Ruiz Zafón pensó en su Cementerio de los Libros Olvidados, imaginase que quizás, sólo digo quizás, ese cementerio existiera en realidad. O quizás, no. Quizás -en el fondo, todo se reduce a una simplificada cuestión de incertidumbres-, una idea tan brillante le fuera románticamente sugerida por un cementerio, cuando menos tan peculiar como el de Noya. Un cementerio mágico -como la dulce tristeza de Rosalía de Castro-, en cuyos muros se apilan, como si fueran cartón viejo destinado a ser recogido y reciclado en un insulso producto nuevo, docenas de fabulosos libros de piedra, cuyo enigmático mensaje, no hay maestro en actualidad que sepa descifrar. Son auténticos, genuinos libros de piedra, escritos en el lenguaje de los sueños -puede que, después de todo, éste no sea otro que el incomprensi