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Mostrando entradas de 2015

Marcas de cantería en el Monasterio de San Salvador de Cornellana

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N o se trata, exclusivamente, de mostrar solamente las interesantes marcas de cantería que se localizan, principalmente, en el ábside de este peculiar monasterio, el de San Salvador de Cornellana, tan estrechamente ligado a los antiguos caminos de peregrinación del Principado de Asturias –incluidos aquéllos denominados como Ruta de los Salvadores -, sino también, de aprovechar la ocasión para aportar un pequeño grano de arena y a la vez elevar la voz, siquiera en tono de súplica, para que los organismos oficiales pertinentes remitan los medios adecuados y no permitan que este importantísimo conjunto histórico-monumental termine desapareciendo, corriendo la misma y triste suerte que la inmensa mayoría de monasterios –cerca de cien, según algunas fuentes-, que se calcula hubo antiguamente en ésta cuna de la Reconquista , que es ese paraíso natural llamado Asturias. S i bien es cierto, que en la actualidad, la Constructora San José está realizando trabajos de rehabilitación –entr

Nuevos estilos, viejos mitos: la iglesia de San Pablo y el Colegio de San Gregorio de Valladolid

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‘El trabajo en el mito, es como excavar en una roca e ir sacando y sacando, siempre más y más…’ (Erwin Rohde) S e podría pensar, siguiendo en parte el razonamiento de Rohde, que de los primigenios orígenes románicos de una ciudad, sin duda cosmopolita, como es Valladolid, apenas quede sino un melancólico recuerdo, que obligue a suponer al visitante caprichoso que cualquier tiempo pasado fue mejor. Y nada más lejos de la realidad, si admitimos, razonadamente también, que de la vieja crisálida románica sobrevive, cuando menos, la mariposa original del mito. Tal cuestión, ya la debatía Cristóbal de Villalón, cuando en 1539, publicaba su obra Ingeniosa comparación entre lo antiguo y lo presente , poniendo en boca del personaje defensor de lo nuevo, unas certeras palabras, que vienen como anillo al dedo al tema a debatir en la presente entrada: Pues en la Architectura no han faltado varones en estos tiempos que se ayan señalado en edificios. ¿Qué Memphis o qué Pirámides se pueden co

Marcas y graffitis en la catedral de Oviedo

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‘Quien va a Santiago y no al Salvador, visita al siervo pero olvida al Señor…’ D ejándolo aparte, pero no sin previamente reconocer la importante deuda histórica que la peregrinación a Santiago tiene con Oviedo y su monumental catedral, dedicada a la figura del Salvador –relegadas ambas a un segundo plano, por un calculado interés político, económico y social avalado por el afianzamiento de las fronteras, cuyas consecuencias más inmediatas, fueron la variación del destino y de las rutas originales, aquellas, que para evitar el peligro del moro , pasaban por los lugares más escabrosos, geográficamente hablando, de Álava y de Asturias-, no deja de ser un hecho cierto, también, que una parte considerable de esos paradigmas que han acompañado siempre a la aventura humana, dejaron buenas influencias, sin duda, en un lugar tan legendario y espectacular. Es cierto, así mismo, que como todo o casi todo vestigio de nuestro rico, riquísimo pasado, la catedral de San Salvador se ha visto

Otros petroglifos de Amoedo

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'Si me armonizo con el objeto que me inflama y me arrebata, la culpa es de quien me creó para el fuego'. (Miguel Ángel Buonarroti) R econozco que últimamente se está convirtiendo, espero que no en un abuso, pero sí en una costumbre que amenaza con transformarse, per secula seculorum , en tradición y que durante los últimos veranos vengo poniendo en práctica -y dejemos aparte la manida cuestión de que nobleza obliga, que tanto de una como de otra no me cabe duda de que vamos todos sobrados-, la de levantarme antes del canto del gallo, coger carretera y manta y en cuestión de algunas horas -que realmente tampoco hay prisa, y de maravillas como excusa el camino anda también afortunadamente sobrado-, plantarme en el pueblecito pontevedrés de As Xunqueiras, perteneciente al Concejo de Pazos de Borbén y tal y como antiguamente acostumbraban a hacer los curillas de pueblo, dejarme caer en casa de los amigos –Fernando, naturalmente el genuino, el de Pedro y por supuesto An

Alquerques: juegos de estrategia e iniciación

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N o siempre fueron juegos, ni la habilidad o la estrategia constituyeron unas características afines a su naturaleza, o no lo fueron en un primer momento. Pero sí podrían ser considerados, después de todo, como elementos tradicionales de culto o de iniciación, cuyo rastro se pierde en lo más oscuro de la noche de los tiempos, posiblemente a la par que en la mentalidad colectiva de las culturas del Neolítico e incluso también en la de periodos históricos anteriores, comenzaban a manifestarse los primeros síntomas de intuición, expresión y comunicación, como así parece deducirse de unos antecedentes, auténticas epopeyas gráficas, como son, por ejemplo, los petroglifos. Siguiendo este razonamiento, quién sabe, así mismo, si dentro de estos primeros atisbos anímicos, en la concepción de los primitivos tableros, recintos, espirales y laberintos, no habría unos rudimentarios conocimientos astronómicos, en los que aquellos primeros ojos que comenzaban a fijarse en el infinito, intentaran

La Psicomaquia de Cifuentes

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U no de los detalles que ponen de manifiesto ese movimiento de recuperación de las antiguas fuentes clásicas, promovido, sobre todo, por esa multinacional de la fe , que comparativamente hablando, podríamos considerar a Cluny y su entorno religioso-cultural, es, entre otros, la utilización de viejos textos que siglos, milenios antes, e incluso también después, como veremos, de ese kilómetro cero del Cristianismo, que comienza a partir del martirio, crucifixión y muerte de Cristo, enfrentaba vicios y virtudes, cualidades y defectos, que se batían en una balanza muy particular, llamada mundo, teniendo como objetivo la liberación o la condenación del alma humana. Posiblemente, hubiera otros textos; y también, evidentemente, otros autores, cuyas referencias, perdidas y olvidadas, han sido definitivamente tragadas por las incontenibles arenas de ese reloj biológico imparable que es el tiempo. Pero no cabe duda, de que uno de los modelos esenciales seguidos por los canteros medievales

Lenguajes del Silencio: graffitis de peregrino en una ermita solitaria

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S ímbolos, señales, huellas, marcas de identidad indefinidas, conforman una parte esencial de ese universo mágico-espiritual que ha acompañado siempre a la aventura humana y cuya constancia queda reflejada, principal que no exclusivamente, en la miríada de templos y santuarios que jalonan tanto las pequeñas como las grandes rutas de peregrinación. Ni las marcas de cantero, ni tampoco ese otro simbolismo amateur asociado –pero evidentemente intencionado-, al que a falta de mejor nombre solemos referirnos, generalmente, como graffitis de peregrino , son exclusivas de una época y de una cultura determinadas; sino que, bien al contrario, se manifiestan en el tiempo, surgidos, diríase que espontánea y subjetivamente, en el impreciso momento en el que el concepto de espiritualidad germinó en los pensamientos de las primeras civilizaciones, tal vez a la vez que el descubrimiento del fuego y de la rueda. L ejos de considerarse como un aserto indiscutible, capaz de sentar cátedra en

Libros de Piedra: San Juan de Duero

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A firman los anónimos autores de esta monumental enciclopedia pétrea, que en pocos lugares de nuestra Península el equilibro, la medida, la mesura y la proporción, entre otras muchas características de su genuino prólogo, se conjugaron, parece ser que en esos nebulosos eones de principios o mediados del siglo XII, para inscribir en las singulares páginas de la Historia, una auténtica Obra de Arte, que aproximadamente un milenio después, continúa levantando no sólo admiración por inercia propia sino también ampollas en cuanto a su verdadera funcionalidad. Cierto es, no obstante, que buena parte de sus originales cubiertas, hechas del mejor material de las canteras sorianas, han sido roídas por la voracidad del tiempo, posiblemente más inocente, en lo que cabe, si lo comparamos con la siempre funesta y permisiva ansia de destrucción, que suele caracterizar a ese defecto tan humano llamado irrespetuosidad. Y sin embargo, lo que todavía se nos permite leer en sus dorados restos, result

Libros de Piedra: Soria, el pórtico de Santo Domingo

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S anto Tomé o Santo Domingo. Poco importa el nombre o la advocación, si tenemos realmente en cuenta que hablamos de uno de los templos más importantes y significativos del románico de Soria, cuando no del románico peninsular. Declarada Monumento Histórico Artístico en junio de 1931, su portada principal, orientada hacia occidente –no sería de extrañar, que muchos peregrinos que llegaban a la capital soriana a través del denominado camino castellano-aragonés, lo hicieran con la mente predispuesta no sólo en aprovechar las lecciones relevantes de las diferentes escalas de su ruta, sino también mirando con determinación hacia ese plus ultra algo más alejado de Compostela, llamado Finis Terrae -, es otro de esos libros de piedra, monumental y de una riqueza simbólica, que merece, cuando menos, una mención, breve o no, en ésta espero que interesante biblioteca –entiéndase de una manera poética y comparativa-, de inconmensurables incunables medievales que todavía resisten, enconadamente

Libros de Piedra: el Pórtico de Platerías de la catedral de Santiago

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X ove en Santiago . Es una lluvia fina y limpia que los peregrinos, melancólicos, comparan con las aguas primerizas del Jordán, donde Jesucristo recibió el sagrado sacramento del bautismo de manos de su primo Juan. Frente a la denominada Puerta de Platerías , un hombre permanece silencioso e inmóvil. Viste un sayal de tosca lana de color marrón oscuro, en el que, aparte de algunas manchas parduzcas, también se aprecian varios remiendos, y que además está provisto de una ancha capucha, que le oculta el rostro por completo. En el fondo, es éste un detalle completamente intrascendente, pues si se la quitara, todo el que lo viera se encontraría con la burlona y siniestra mirada de una máscara de cera, que protege su identidad. Una máscara ambivalente, tragicómica, indecisa o inaparente, sin duda muy similar a las que utilizaban los actores greco-latinos en las antiguas representaciones teatrales. El hombre apenas se inmuta, cuando algún mendigo, de ropas aún más remendadas y andrajosas

Libros de Piedra: la Puerta del Paraíso de la catedral de Orense

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‘No sé si este modo de escribir según el mapa de los eclipses y la norma del laberinto te confunde, compañero, mas no hay otro que me lleve al lugar que busco pasando por los sitios que debo conocer…’ (1) C omo se comentó en la entrada anterior, con referencia a la Puerta de la Majestad de la Colegiata de Toro, también ésta Puerta del Paraíso de la catedral de Orense, es otro de esos lugares imprescindibles del Camino que hay que buscar –parafraseando a Sánchez Dragó, en cuya obra reseñada, no dejaba de preguntarse si todavía quedaba rastro de esa antigua y fascinante España mágica -, y, desde luego, conocer. Lanzados los dados – alea jacta est -, continúa, pues, el viaje, saltando de oca en oca, para recalar en el casco antiguo de la capital orensana, seguramente pasando cerca de una curiosa representación moderna, en la que un Ganimedes celtiña, que ha cambiado el águila por el ave noctámbula de Atenea -¿el mismo, quizás, curiosamente representado en un famoso capitel de

Libros de Piedra: el Pórtico de la Majestad de la Colegiata de Toro

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E l mundo de los canteros medievales, fascinante y complejo, como todo lo que tiene que ver con la religión, la filosofía y las bellas artes, no se reduce tan sólo a aquello que, aun constituyendo un misterio de primer orden, son las curiosas cuando no significativas marcas que éstos iban dejando en los sillares de los templos, de las fortalezas o de los edificios civiles que iban levantando, a medida que las condiciones favorables de la Reconquista iban ampliando sus horizontes, ofreciéndoles nuevas y cuantiosas oportunidades en las villas y ciudades de nueva creación. Lejos de conformarme, pues, con ese aspecto meramente esotérico de unas más que probables huellas de identidades o de lenguajes técnicos encaminados, cuando menos, al ámbito de influencia de los propios gremios, me gustaría incidir en la faceta monumental, educativa y estética del trabajo realizado; en ese macrocosmos de belleza, perfección y precisión integradas donde, qué duda cabe, destacan, en conjunto o bien por

Briones o el oscuro encanto de las capillas de planta octogonal

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H ay ocasiones en las que, durante los avatares de un viaje o de una excursión, el viajero tropieza –que el azar decante en la caída de la moneda si de una forma casual o causal-, con alguno de los viejos mitos que, en determinadas circunstancias, han alimentado los sentidos del hombre moderno, con paradigmáticos enigmas del mundo medieval. Tuve ocasión de comprobarlo, el pasado mes de octubre cuan­do, por fortuitos o causales motivos, me des­placé a La Rioja, formando parte de un viaje previamente organizado. Durante la primera etapa de dicho viaje, el programa determinaba una parada en una ciudad muy peculiar de la denominada Rioja Alta: Briones. Briones, si­tuado a escasamente tres kilómetros de otro pueblo no menos peculiar, San Vicente de la Sonsierra -que seguramente mucha gente re­cuerde por dos motivos fundamentales: los famosos picaos de su Semana Santa y su impo­nente y mistérica iglesia dedicada a la figura de Santa María de la Piscina-, es un pueblo que, si bien ha per